Lo que me dejó Madrid

Precisamente esta semana cumplo un año de haber regresado de Madrid, España donde estuve haciendo mi maestría, MBA Jóvenes talentos + Harvard Certificated + London school of economics pero más allá de los largos nombres, la realidad es que necesité irme, refrescarme, reinventarme, hoy les comparto el texto de mi llegada.

La vida se compone de etapas y el orden depende de cada quien y las situaciones que viva. Yo, siempre tengo sed de vivir. Por eso siempre me preguntan ¿De dónde sacas energía? o ¿Cómo lo logras?

A los 24 años, con la universidad recién terminada, haciendo un trabajo que me gustaba, disfrutando al máximo lo que hacía, con mis amigas comprometiéndose y por primera vez soltera, SIN NADIE merodeando mis pensamientos, entendí que este era el momento. No podía esperar que la vida me pasara sin vivir lo que me prometí a los 18 años cuando regresé de mi año de intercambio: VOLVER A EUROPA.

Decidí que mi próximo paso debía ser una maestría. Una nueva oportunidad para disfrutar, conocer, viajar, refrescarme y respirar. El tiempo de papá Dios es perfecto.

Unas semanas después de mi regreso a la isla, les comparto un poco de lo que me dejó Madrid.

1. Descubrí algo que realmente me apasiona: retarme a mí misma, luchar por mis sueños, no permanecer estática ni conformarme y de esta manera motivar a otros a hacer lo mismo, Enseñar a Soñar.

2. Me enamoré de mí misma: de mis virtudes, de mis defectos y, sobre todo, aprendí a disfrutar de mi propia compañía, más que de la de nadie más.

3. Aprecié aún más mis amistades. Mis 101 grupos diferentes pero todos tan especiales. A lo largo de estos meses cada vez sentí más su cariño.

4. Viajé, exploré, comí, tomé, conocí, caminé y corrí. Estuve en lugares que nunca imaginé y en ellos aprendí a disfrutar hasta las situaciones más difíciles.

5. Hice amistades que se quedarán para toda la vida. Conocí personas que sin las que, definitivamente, estos meses no hubieran sido lo mismo.

6. Aprendía a soltar. Esta palabrita estuvo en mi mural este 2017. Aprendí a no dejarme abrumar porque en la vida todo pasa; lo que hoy vemos inmenso mañana será pequeño.

7. Estuve agradecida. Cada día me sentí agradecida por cada pequeñez que tenía la oportunidad de vivir y, sobre todo, compartir con ustedes.

8. Aprendí a no desesperarme ni compararme. Todos estamos viviendo etapas diferentes. Aprendí que no somos constantes y que todos nos estamos convirtiendo cada día en alguien diferente, a partir de lo que nos toca vivir.